Su corazón, a penas late. Se siente sola. No piensa en nada. Tiene la mirada perdida. Sólo cuenta cada latido que tarda tres segundos en reaccionar para volver a provocar la sístole y diástole. La respiración cálida, y la frente, sudorosa y pálida, contactan con mi piel. Cada suspiro es eterno, y el tiempo, infinito...
...Su cuerpo, ya sin alma, se desploma y cae sobre mi regazo...
...¡Quiero que vuelvas a mí!